Foto de portada: Somos Télam.
“Del otro lado de la reja está la realidad,
de este lado de la reja también está la realidad;
la única irreal es la reja…”
Francisco ‘Paco’ Urondo
Es 25 de mayo y amanece en la calle Bolívar. Escuchamos que estaciona una camioneta. El sonido del caño de escape de la Volkswagen Transporter 3 modelo 82 es inconfundible. Se abre la puerta corrediza y el chasquido de la chapa de la olla de aluminio apoyándose sobre la vereda nos confirma que es Dani Dabove. ¿Tan temprano va a llegar?, nos preguntamos refunfuñando. Pero para él ya se está haciendo tarde.
Espera a que nos despertemos con el mate en mano, sentado en los asientos de cemento que fueron parte de una plaza seca que tenía Télam en su ingreso hasta el 3 de marzo. Hoy son parte del acampe. Los usamos para apoyar las planillas de firmas en defensa de la agencia durante el día o se convierten en mesas para las partidas de ajedrez y truco y para compartir las incontables docenas de facturas que traen los compañeros, sus familias o los vecinos del barrio que pasan a solidarizarse con nosotros.
Dentro de la carpa, nos miramos y nos reímos porque no damos más del sueño pero escuchamos que afuera Dani ya está hablando con los primeros que van llegando, así que nos apuramos a salir, saludar a los que están y encarar para la redacción del diario Tiempo Argentino a lavarnos la cara y los dientes, ponernos a punto para una jornada importante: se cumplen 214 años de la Revolución de Mayo y decidimos celebrarlo cocinando un locro que llamamos No hay Pacto, hay Locro junto a los trabajadores de la agencia que ese día cumplimos 83 días de acampe.
Pasadas las 7.30, la carpa del Sipreba deja de ser espacio de descanso y se transforma en una cocina multitudinaria, con tres ollas de 50 a 100 litros, tres mecheros, más de una docena de cuchillas y tablas de madera, repasadores y tuppers que van llenando de tapa de asado, pechito de cerdo y chorizos colorados en la primera parte y luego, de cebollas, puerros, cebollitas de verdeo, zanahorias y zapallos plomo, cortados en prolijos cuadraditos, para que después Dani con la ayuda de Jero, Fede y Seba, hagan su mise en place preparado para el momento de la cocción del menú patrio.
Ese día recibimos a compañeros y compañeras de todo el gremio de prensa, representantes de sindicatos, organizaciones y vecinos que compartieron junto a nosotros un hecho que se fue repitiendo en cada jornada de resistencia desde aquella medianoche de domingo en que el gobierno de Javier Milei decidió vallar los accesos a Télam. El acto de ternura más revolucionario contra la crueldad promovida desde el Estado: compartir un plato de comida para acompañarnos en la lucha.
Por la tarde, veríamos en las pantallas de la redacción de Tiempo Argentino, que el Presidente que tres meses antes había anunciado con tono rimbombante la firma de un Pacto de Mayo para refundar las bases de la Argentina junto a todos los gobernadores, daba un discurso sin acuerdo ni gobernadores.
Argentina silenciada
Argentina asiste por primera vez en 40 años de democracia al apagón informativo de la Agencia Télam. Este 7 de junio, día del Periodista, se cumplen 96 días del silenciamiento de un medio público que cuenta con 79 años de historia y de registro periodístico de la memoria nacional.
¿Qué significa la ausencia de una agencia de noticias para nuestro país en un día? Télam producía un promedio diario de 450 cables de noticias (notas en texto), 250 fotografías, 25 boletines de radio, 15 videos, además de producir infografías, audios, y contenidos especiales. Si lo miramos en perspectiva, en 96 días de apagón informativo -que para un medio público como Télam significa al menos 43.200 cables, 24.000 fotografías, 2400 boletines de radio, 1440 videos que se dejaron de producir- la memoria nacional perdió el registro periodístico público de lo que acontece en nuestro país.
¿Cómo se gestó la multitudinaria Marcha Universitaria Federal en contra del ajuste presupuestario de Javier Milei?, ¿qué avances tienen los 14 juicios orales por crímenes de lesa humanidad que se desarrollan en siete provincias de nuestro país?, ¿cuáles son las implicancias económicas y sociales de la escalada de violencia narco que atraviesa Rosario?, ¿qué pasó en las inundaciones del AMBA, Corrientes y Entre Ríos, qué respuesta dieron los estados provinciales y nacionales y cuáles son las demandas de los evacuados?, ¿cómo sigue el conflicto salarial de los docentes y el personal de salud pública en Misiones luego de que la policía provincial acordara con el Gobierno y levantara el acampe?, ¿qué efectos produce la decisión del Gobierno nacional de desfinanciar, reducir y vaciar las políticas orientadas a prevenir, atender y proteger a mujeres y diversidades en situación de violencia de género al cumplirse 9 años de la histórica marcha de Ni Una Menos? Estos son solo algunos interrogantes que quedan sin registro en el archivo periodístico de Télam y son parte de la realidad que el Gobierno de Javier Milei decidió silenciar abiertamente.
Frente a este contexto, los trabajadores y trabajadoras organizados en el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) lanzaron el portal informativo Somos Télam, una herramienta de lucha “que lo que intenta es ser ventana de todos los conflictos que hoy están ocurriendo en Argentina”, explica a LATFEM la delegada de la comisión interna de Télam, Andrea ‘la Negra’ Delfino.
El sitio web y las redes sociales de Somos Télam cobran vida a partir del trabajo diario de redactores, editores, reporterxs gráficos, camarógrafos, cronistas audiovisuales, compaginadores, infografistas, analistas de sistemas y diseñadores, que decidieron continuar informando frente al anuncio de cierre de la agencia realizado por el Presidente de la Nación el 1° de marzo en la apertura de sesiones del Congreso Nacional.
En la era de la apología del individualismo y de la exaltación del ‘sálvese quien pueda’, un conjunto de trabajadores de prensa nos organizamos para hacer periodismo de forma colectiva, para brindar un servicio informativo con fuentes, datos duros, información veraz y chequeada, para los conciudadanos, para lxs trabajadorxs, en el medio de una campaña de estigmatización y operaciones de prensa orquestadas por el Gobierno con el fin de desmantelar la agencia pública.
“Somos Télam es una herramienta de lucha y quisimos hacerlo con el profesionalismo que caracteriza a todos los que trabajan en Télam. Y no es fácil porque todo el tiempo somos conscientes de que nosotros estamos en conflicto. Y el nuestro es un trabajo esencialmente intelectual. Entonces, cuando vos sentís que la realidad te atraviesa, es muy difícil tener cabeza para sentarte y trabajar. Sin embargo, lo estamos haciendo cubriéndonos: cuando uno se cae, otro se levanta, como en la lucha misma”, destaca Delfino.
96 días de apagón informativo para un medio público como Télam significan, al menos, 43.200 cables, 24.000 fotografías, 2400 boletines de radio y 1.440 videos que se dejaron de producir.
La gravedad del ataque a los medios públicos marca un problema también hacia el futuro. ¿Qué implicancias tiene para la sociedad del futuro la ausencia de Télam en la cobertura periodística actual de una agenda de temas no rentables o comerciales para los medios de comunicación privados de nuestro país? o dicho de otra manera, ¿qué sucede cuando no existen en el presente registros de nuestra historia pasada?
La respuesta la encontramos en la experiencia compartida por Lourdes Hidalgo, sobreviviente de la masacre del taller clandestino de la calle Luis Viale del barrio porteño de Caballito, donde vivían hacinadas 65 personas y en el que murieron en un incendio cinco niños y una joven embarazada.
En el marco del encuentro Fotoperiodismo por necesidad y urgencia, organizado por la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA a partir del apagón de Télam, Lourdes contó ante un auditorio lleno: “El 30 de marzo de 2006 nosotros fuimos a un hospital que nos llevaron después del incendio, donde a más de cincuenta personas los médicos nos atendieron. Había una familia entera con tuberculosis, como también mujeres embarazadas y como mi persona por inhalación de humo. En 2016 cuando pidieron los informes del hospital, cuando se llevó a cabo el juicio, no había ningún registro de esa atención. Por eso el registro de Télam para nosotros tiene mucho significado. Para que conozcan las futuras generaciones, nuestros hijos, nuestros nietos lo que sucedió”.
Lourdes tomó la palabra y su experiencia nos marcó una dimensión de nuestro trabajo de la que no éramos del todo conscientes: la importancia del archivo periodístico que producimos en el presente y la gravedad de su ausencia para las generaciones futuras.
Las carpas de Télam
La palabra eiké en guaraní significa entrá. Es la invitación a entrar a un espacio interior, de acuerdo a la definición que me dio Myriam Coronel, militante y amiga oriunda del Paraguay, que siempre, con mucha solidaridad hacia Télam, nos presta el equipamiento de cocina que utiliza en el comedor comunitario del barrio de San Blas en la 21-24.
Tal vez indagando en otras formas de poner en palabras nuestro acontecer, podamos aproximarnos a comprender cómo se sostiene un acampe, con dos carpas simultáneas, durante ya casi 100 días. ¿Cómo es posible que más de 120 trabajadores –muchos sin conocerse entre sí- resuelvan organizativamente un esquema de turnos rotativos para cubrir las 24 horas que tiene un día, con presencia en las carpas, durmiendo y haciendo guardias por la noche, llegando a las 7 de la mañana a relevar a quienes se quedaron en el turno nocturno, cubriendo los mediodías y las tardes de los sábados y domingos –que son difíciles- cuando podrían decidir quedarse en sus casas, pasar el tiempo con sus familias, sus amigos, otros trabajos? Una respuesta posible está en la historia de lucha y organización que tiene la asamblea de Télam, la potencia de las Madres y Abuelas que siempre nos acompañan en los momentos más difíciles: Norita, Taty, Estela. Pero también en el presente, en las carpas de Télam que con su presencia en las calles de Buenos Aires denuncian la política de silenciamiento del ajuste y vaciamiento del Estado.
Eiké significa entrá, lo opuesto a salí o a no entrás, que es lo que dispuso Milei a través de su interventor colocando unas rejas en los ingresos de Bolívar y de Belgrano. Es que adentro de las carpas, nuestro centro político hace 96 días, nuestro espacio de encuentro, nuestro lugar de resguardo, está nuestra verdad, nuestra fuerza. Adentro de las carpas está una de las respuestas que nuestro pueblo está dando a los Caputo, los Sturzeneger, los Bullrich, los Macri de este país, que permanentemente buscan desarmar nuestras organizaciones, desarticular nuestras luchas, olvidar nuestra historia. Las carpas de Télam están abiertas y produciendo contenido informativo federal. Las rejas que están detrás, son parte de lo irreal.