Jujuy: ¡Las villeras llegamos al Encuentro!

Con una participación estimada de 80 mil personas, se celebró en Jujuy 37° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries. Bajo el gobierno de la crueldad, cada vez es más difícil juntarse hasta para tomar un mate. Pero el “feminismo de las ollas” se organizó. Susana Zaccaro, integrante de La Poderosa, cuenta e historiza el encuentro villero en esta crónica.

“Llegamos desde los barrios, resistiendo, alzando nuestra voz y poniendo el cuerpo. Nuestro feminismo es villero, sabés que no maneja el patrullero…”. Al compás de esta canción, que nos identifica y nos pone la piel de gallina, un año más las villeras llegamos al 37° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries. 

Un año más, el calendario nos marca octubre: el mes de encontrarnos, de hermanarnos, de seguir sosteniendo y fortaleciendo las redes que fuimos tejiendo a lo largo de estos años de lucha colectiva. Este año, el Encuentro nos trajo hasta Jujuy, con el atractivo de sus valles y quebradas, pero también donde nos esperan nuestras compañeras de las asambleas hermanas de La Poderosa, esas que en junio de 2023 se encontraban luchando en las rutas y calles, protestando contra la reforma constitucional sancionada a espaldas de toda la comunidad por el gobierno de Gerardo Morales. Las que protegen los recursos naturales, cuidan la flora y la fauna, y rinden homenaje a la Pachamama. ¡Estamos acá! Jujuy nos recibe y nos abraza.

Crédito: Paloma Cerna

Experiencias personales y colectivas

Mientras escribo, me es inevitable pensar en otros tiempos, volver años atrás y recordar mi primer Encuentro en Mar del Plata, allá por 2015. En ese entonces, muchas compañeras recién empezábamos a descubrirnos feministas, y de los Encuentros solo conocíamos la parte mala o fea que muchxs inventaban, información tergiversada que era más fácil de contar para seguir tildándonos de locas. Ese año fue de mucho aprendizaje y empoderamiento para nosotras, las villeras. Nuestras rondas de mujeres nos enseñaron a identificar la violencia que nos atravesaba en lo cotidiano, no solo por ser mujeres, sino también por estar empobrecidas.

Derechos vulnerados, voces acalladas, gritos silenciados en nuestras gargantas que buscaban desesperadamente salir para romper con el miedo que nos mantenía quietas, atrapadas, sintiendo cómo, poco a poco, nuestras vidas se apagaban. Pero el miedo no pudo más que nosotras.

Sabíamos que nadie se salva sola, y empezamos a transformar el dolor y todo lo que nos oprimía en lucha, a tejer nuestras propias redes comunitarias desde el barrio, rompiendo con ese histórico silencio. Ahí estaba el feminismo de las ollas, con todo lo que ya hacíamos y aprendíamos. Las “sin voz”, dispuestas a no callarnos nunca más. Así, con identidad propia, nació nuestro feminismo villero.

Cuando volvimos de Mar del Plata, sentimos que no éramos las mismas; habíamos aprendido mucho, pero también sabíamos que teníamos mucho para aportar. Tres días no alcanzaban, y cada una se llevó la tarea de transmitir a nuestras compañeras y vecinas todo lo vivido y aprendido, para prepararnos para el próximo año. Desde entonces, no paramos, nos organizamos para estar presentes cada año.

Todos los años, enfrentamos nuevos desafíos para llegar a una nueva provincia, lo que requiere mucho trabajo, compromiso y autogestión en cada asamblea de La Poderosa en el país. Primero, hacemos una lista de quienes viajamos, buscamos presupuestos de micros, organizamos actividades económicas como ferias, bingos, venta de comida… todo lo necesario para que todas podamos viajar y llegar seguras. También preparamos comida para el viaje, que siempre es largo, chequeamos si alguien tiene problemas de salud y nos aseguramos de que quienes necesitan medicación la tengan. Algunos años viajamos con nuestrxs hijes; y para elles, pensamos en espacios de cuidado seguro para que ninguna se pierda una ronda o taller. Sabemos que para lograrlo, depende de todes.

Crédito: Paloma Cerna

El feminismo villero creció a pasos agigantados

A lo largo de estos años, nuestro feminismo creció mucho, así como también nuestro trabajo comunitario en los barrios, de la mano de muchas necesidades y demandas propias de los territorios y de nosotras, las trabajadoras comunitarias. Para visibilizarlo, cada año pensamos en nuestros propios ejes para llevar a los Encuentros.

La pandemia del coronavirus en 2020 golpeó fuertemente a nuestros barrios, que ya venían siendo históricamente vulnerados. Cuando retomamos los Encuentros en 2022 en San Luis, nuestro eje político fue la triple jornada laboral. Era urgente poner en agenda el rol indispensable de las trabajadoras comunitarias, las que estuvimos siempre organizadas, al frente de los comedores, las postas de salud y las casas de mujeres y disidencias, salvando vidas y enfrentando la violencia de género. Trabajamos en nuestros hogares, en nuestros espacios comunitarios, sin remuneración y siempre por debajo del índice de pobreza. Y ahí estuvimos, gritando fuerte: “¡Somos las trabajadoras de la triple jornada!”

Al despedirnos de San Luis, sabíamos que Bariloche sería nuestro próximo destino, y el desafío económico y político era grande, pero estábamos seguras de que lo lograríamos. En 2023 las villeras nos planteamos otro objetivo: elaborar un proyecto de ley por el reconocimiento salarial de las cocineras comunitarias de todo el país, para todas esas mujeres y disidencias que alimentan a la comunidad, que dedican horas de su vida cotidiana a este trabajo indispensable de garantizar el alimento a millones de personas que se encuentran en igual o peor condiciones que nosotras. Las que trabajan sin ser reconocidas, sin salarios, sin obra social, sin derecho a descansar. Costó mucho trabajo pero lo hicimos, golpeamos puertas de diputados y diputadas, generamos las reuniones que fueran necesarias, asambleas territoriales con distintas organizaciones, y el 5 de junio de 2023, presentamos nuestro proyecto de ley en el Congreso, y lo supo todo el país. Ese fue nuestro eje en el Encuentro de Bariloche: llevar la voz de las cocineras, visibilizar la lucha por su reconocimiento.

Crédito: Paloma Cerna

Caminar Jujuy

Llegar a Jujuy no fue fácil, ¡pero una vez más lo logramos! Aunque este año no estuvimos todas: por las muertes, las distancias, la crisis que nos atraviesa, y por el esfuerzo diario de sostener nuestros barrios, traemos toda la fuerza de quienes no pudieron venir. En este contexto tan difícil, con un gobierno que arrasa con todo desde su llegada, no es opción quedarnos quietas ni calladas.

Después de muchas horas de viaje, de recorrer cientos de kilómetros a nuestro norte argentino, las villeras nos encontramos en la plaza con nuestras banderas, carteles y arengas, invitando a la ronda de este año, enfocada en el trabajo comunitario y la organización frente a un Estado que nos empobrece y un mercado que nos precariza. 

Crédito: Paloma Cerna

Vinimos no solo a contar lo difícil que es sostener la comunidad mientras el gobierno de Milei no entrega ni un grano de arroz a ningún comedor. Todo el país lo sabe: nos vieron en esas largas filas convocadas por la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, que dijo: “Los que tienen hambre vengan de a uno que les voy a anotar el DNI”. El único resultado fue la clara evidencia de la inhumanidad de este gobierno y sus funcionarios.

Estamos acá para gritar bien fuerte que este gobierno miente cuando publica los índices de pobreza, que muchas no tenemos comida en nuestras mesas, y que mientras el Estado sigue ausente, el narcotráfico crece y se devora nuestras vidas y familias. Hoy, más que nunca, esto debe estar en la agenda feminista y colectiva, para pensar nuevas herramientas de lucha que permitan salvar nuestras vidas.

Crédito: Paloma Cerna

El Encuentro va terminando, y ya hay un nuevo destino para los feminismos: Corrientes 2025. Volvemos a nuestros barrios, fortalecidas y orgullosas de haber puesto nuestro grito en cada plaza, cada calle y cada ruta. Convencidas de que este es el camino, el del trabajo colectivo, y que no lo vamos a abandonar hasta que todo sea como lo soñamos.